Un equipo de biólogos y profesionales de la Universidad Nacional de la Patagonia y del exterior llevan adelante un proyecto clave para el estudio y conservación de la ballena Sei en el Golfo San Jorge. El Club Náutico Rada Tilly fue epicentro de una jornada especial con la visita del investigador Alex Zervini, oriundo de Brasil y miembro de la Universidad de Washington.
El Club Náutico Rada Tilly fue testigo de una experiencia única en la costa chubutense. En el marco de un proyecto internacional de seguimiento satelital de ballenas Sei (Balaenoptera borealis), científicos locales y extranjeros se reunieron para avanzar en el estudio de esta especie poco conocida y recientemente redescubierta en nuestras aguas. Entre ellos se destacó la presencia del biólogo Alex Zervini, quien reside en Estados Unidos y trabaja para la Universidad de Washington y la organización sin fines de lucro Marine Ecology and Telemetry Research.
“Estamos colaborando con la Universidad para colocar transmisores en ejemplares de ballena Sei y seguir sus movimientos. Usamos un barco pequeño y un dispositivo de aire comprimido para instalar el transmisor cerca de la aleta dorsal. Cada vez que la ballena emerge, el dispositivo envía una señal que los satélites convierten en coordenadas geográficas”, explicó Zervini sobre la metodología de seguimiento.
Este proyecto comenzó el año pasado y en esta nueva temporada se utilizan transmisores de mayor duración, con la esperanza de registrar los desplazamientos de las ballenas una vez que abandonan la región. “Queremos saber hacia dónde van: si migran al norte, hacia Brasil, si cruzan al océano o incluso si bajan a la Antártida. Eso todavía es un misterio”, agregó.
Lo que sí se sabe es que cada año, cientos de ejemplares visitan el Golfo San Jorge, en lo que representa un regreso esperanzador para una especie que estuvo al borde de la extinción debido a la caza intensiva hace más de medio siglo. “Ahora están volviendo y posiblemente en mayores números que nunca desde esa época. Se las ve más a menudo acá en Rada Tilly y Comodoro”, comentó el científico.
Finalmente, Zervini explicó las diferencias entre la ballena Sei y la ballena franca austral, también frecuente en la región. “La Sei pertenece a otra familia. Tiene surcos gulares que le permiten expandir la garganta al alimentarse de zooplancton. En cambio, la ballena franca no tiene esos surcos y se alimenta de forma distinta”. Con cada nueva jornada en el mar, este equipo de científicos contribuye a iluminar el comportamiento y la recuperación de una de las grandes joyas del océano.
El Club Náutico Rada Tilly fue testigo de una experiencia única en la costa chubutense. En el marco de un proyecto internacional de seguimiento satelital de ballenas Sei (Balaenoptera borealis), científicos locales y extranjeros se reunieron para avanzar en el estudio de esta especie poco conocida y recientemente redescubierta en nuestras aguas. Entre ellos se destacó la presencia del biólogo Alex Zervini, quien reside en Estados Unidos y trabaja para la Universidad de Washington y la organización sin fines de lucro Marine Ecology and Telemetry Research.
“Estamos colaborando con la Universidad para colocar transmisores en ejemplares de ballena Sei y seguir sus movimientos. Usamos un barco pequeño y un dispositivo de aire comprimido para instalar el transmisor cerca de la aleta dorsal. Cada vez que la ballena emerge, el dispositivo envía una señal que los satélites convierten en coordenadas geográficas”, explicó Zervini sobre la metodología de seguimiento.
Este proyecto comenzó el año pasado y en esta nueva temporada se utilizan transmisores de mayor duración, con la esperanza de registrar los desplazamientos de las ballenas una vez que abandonan la región. “Queremos saber hacia dónde van: si migran al norte, hacia Brasil, si cruzan al océano o incluso si bajan a la Antártida. Eso todavía es un misterio”, agregó.
Lo que sí se sabe es que cada año, cientos de ejemplares visitan el Golfo San Jorge, en lo que representa un regreso esperanzador para una especie que estuvo al borde de la extinción debido a la caza intensiva hace más de medio siglo. “Ahora están volviendo y posiblemente en mayores números que nunca desde esa época. Se las ve más a menudo acá en Rada Tilly y Comodoro”, comentó el científico.
Finalmente, Zervini explicó las diferencias entre la ballena Sei y la ballena franca austral, también frecuente en la región. “La Sei pertenece a otra familia. Tiene surcos gulares que le permiten expandir la garganta al alimentarse de zooplancton. En cambio, la ballena franca no tiene esos surcos y se alimenta de forma distinta”. Con cada nueva jornada en el mar, este equipo de científicos contribuye a iluminar el comportamiento y la recuperación de una de las grandes joyas del océano.