Ignacio Conde, vecino de Los Cocos, en la provincia de Córdoba, compartió en diálogo con Radio Giros la difícil situación que atraviesa la región debido a los incendios forestales que han consumido más de 30.000 hectáreas. «He vivido aquí 20 años y nunca vi algo tan grande y devastador», afirmó Conde, quien además señaló que los recursos para controlar la emergencia resultan insuficientes.
Conde detalló que, aunque la región ha sufrido incendios en el pasado, como en 2008 y 2013, nunca había presenciado un fuego con múltiples focos y de tal magnitud. “El fuego rodeó toda la zona, y con la infraestructura que tenemos es imposible contenerlo. Hay apenas tres aviones y dos helicópteros, lo que es insuficiente para enfrentar semejante desastre”, añadió.
Durante la emergencia, muchos residentes fueron evacuados, incluido el propio Conde, quien relató que sus hijos tuvieron que ser evacuados dos veces mientras él se encontraba en Buenos Aires. Al regresar a Los Cocos, participó activamente en las labores de vigilancia y apoyo, colaborando con los bomberos para intentar controlar los focos de incendio que seguían apareciendo.
Con respecto al origen de los incendios, Conde se mostró escéptico sobre las versiones que vinculan el fuego con intereses inmobiliarios. «Se ha quemado en pueblos y a los costados de las rutas, no veo una relación con proyectos inmobiliarios», comentó. A pesar de que se detuvieron a dos personas sospechosas de haber iniciado el fuego de forma intencional, Conde consideró que la causa de fondo está más relacionada con el clima extremo, la sequía y los fuertes vientos que favorecen la propagación del fuego.
Además de la falta de recursos, Conde denunció la ausencia de apoyo por parte del gobierno nacional. “Hasta ahora, no ha habido ayuda del Gobierno Nacional, solo se han recibido algunos helicópteros de otras provincias”, lamentó. Afirmó que gran parte del trabajo de extinción ha recaído en la gente local, que se ha organizado para apoyar a los bomberos en su labor.
Finalmente, Conde destacó que, aunque en su localidad la situación es manejable, otros pueblos están incomunicados, y la situación se agrava con personas que se aprovechan del caos para estafar a quienes están en mayor vulnerabilidad.
